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Fried Green Tomatoes, donde “comer” está a cargo de lo femenino

“Whistle Stop” o la parada obligada para comer el asado y los tomates verdes fritos más justicieros del sur de Estados Unidos. 
Por Analhi Aguirre
Dos mujeres que se conocen por casualidad en un asilo de ancianos caminan juntas por un tramo de su vida y se llenanFriedGreenTomatoesninny de una amistad aderezada de esperanza, que huele a situaciones deliciosas que se repiten como una buena comida. A la mitad de “Fried Green Tomatoes” (1991), Ninny -la fabulosa Jessica Tandy- aparece con un vestido lleno de jitomates, un delantal repleto de muéganos y unas zapatillas rojas, y le cuenta a Evelyn – la genial Kathy Bates- metida en un traje con unas rosas en el pecho que parecen desprenderse del jardín, que luego de una historia de tragedias y abusos, las famosas e insuperables Idgie – Mary Stuart Masterson- y Ruth – Mary Louise Parker- ponen el visitado “Whistle Stop”, donde preparan el mejor asado de Alabama y sus alrededores.

©liveinternet.ru
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La complicidad de las amigas se conjuga con los jitomates del vestido de Ninny en la década de los 90 y los tomates verdes fritos en la cocina de los años 30. La música y la naturaleza –casi toda comestible- de un típico Sur estadounidense se trasmiten para que sintamos las diferentes texturas de una sociedad separada por capas de un racismo y discriminación de género, aunque también unida por la solidaridad. Sandías en la calle, tartas de chocolate, zarzamoras, huevos, ambientes gastronómicos a montones y otros detalles culinarios surgen en la trama, incluso hasta en las telas del vestuario de la gente del pueblo. Todo se funde con figuras femeninas desafiantes con un sistema que pretende que ellas sólo cocinen y le den de comer a quienes están autorizados por el poder. Las duplas de mujeres se sitúan en un punto de cocción fuera de los márgenes y que debe encontrar los ingredientes justos para salir ilesas de un enjambre de amenazas y peligros. Sería imperdonable contar cuál es la comida final de la historia: resolveríamos la intriga y, al mismo tiempo, el secreto de la receta. Porque la película se convierte en una instantánea en el tiempo y en el espacio donde “comer” está a cargo de lo femenino, suspendido para ser recibido como un legado que todavía necesita ser aceptado.

 

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