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Mitos y verdades… ¿El café agota nuestras energías?

No hay nada más real en este mundo que una taza de café bien cargado, pero ¿qué es real y qué no en relación con sus efectos en nuestra salud?

Por Alona Gullbina

Café

Tantos mitos, tantas bromas y poemas existen alrededor de esta bebida casi celestial que vino al mundo occidental gracias al ingenio de los árabes… Fueron ellos -para variar- quienes al llegar a Etiopía en el siglo XII descubrieron las bayas rojas, tan apreciadas por los aborígenes, y quienes inventaron la curiosa y laboriosa preparación -que actualmente se hace- del café. Los etíopes solo comían las bayas, reconociendo su efecto energizante. Después de casi doscientos años de consumo, en el siglo XV, hubo un boom en la popularidad del café, y fue en Estambul donde se empezaron a abrir las primeras cafeterías.

No tengo que explicar qué significa esta infusión para nosotros… Son pocas las personas que no disfrutan de su aroma, su sabor y su magia… Es un puente entre las personas y las culturas. Es una pequeña llave que usamos día tras día para despertar. Es el apoyo incondicional en los momentos en que las fuerzas nos dejan y nos gana el cansancio. Nuestra realidad podría ser descrita con las tonalidades del café…

Granos de café

Existe un sinfín de opiniones -de especialistas y no tan especialistas- respecto de las bondades y peligros del café para nuestra salud. No pienso agregar una opinión más; simplemente les contaré los secretos de nuestra relación con esta divina sustancia…

Todos sabemos que el ingrediente mágico del café es la cafeína, la sustancia psicoactiva más popular en el mundo que no tiene prohibiciones ni restricciones de uso. La consumimos a veces sin saberlo, a veces conscientemente, pero quienes lo hacemos estamos de acuerdo en que aparte del sabor, el aroma y la ritualidad de una taza de la estimulante bebida, lo que buscamos es sentirnos más fuertes, con más energía y más animados. Un café nos permite seguir trabajando en lugar de tomar una siesta o nos ayuda a recuperarnos después de una noche sin dormir… Pero pocos sabemos que la cafeína no proporciona la energía.

Nuestras células acumulan y liberan la energía que reciben mediante unos complejos procesos internos, entre los cuales se encuentran la alimentación y el descanso. El trifosfato de adenosina, es la principal fuente de la mayoría de los procesos celulares. Contiene la molécula de adenosina -nuestra reina de hoy- y tres fosfatos que liberan la energía al despegarse. Cuando la adenosina se queda sola ya no hay energía, y su soledad indica un serio desgaste energético. Para entender esta señal, hay receptores de adenosina en casi todas las células de nuestro cuerpo, los que, al recibir esa molécula, frenan el trabajo de los órganos -por ejemplo, de los músculos esqueléticos, del corazón, del intestino, y, también, del sistema nervioso-. De esa manera, nuestra actividad disminuye en todos los niveles, para que descansemos y recuperemos las fuerzas de manera natural, tal como nos programó la evolución.

Pero podemos bloquear los receptores, para que la señal del cansancio celular no llegue a su destino. Esta es la tarea que cumplen los estimuladores psicomotores, entre los cuales está, por ejemplo, la anfetamina. Aunque también existen otros más suaves, como la cafeína y la teofilina -una sustancia que principalmente se encuentra en el cacao y sus derivados-.

Las moléculas de adenosina y las de cafeína son muy similares. Cuando la cafeína bloquea los receptores de adenosina, la sensación de cansancio baja y, aquí viene la parte negativa, el organismo empieza a usar el trifosfato de adenosina almacenado por el cuerpo para los momentos críticos. Es por ello que tomando nuestro cafecito experimentamos sensaciones agradables tales como sentirnos más fuertes, más animados, contentos y enérgicos. El problema es que la cafeína no proporciona ninguna energía externa, simplemente nos permite agotarnos más de lo naturalmente permitido. Esto trae como consecuencia la necesidad de descansar más para poder recuperar las energías que no hubiéramos gastado si no fuera por el café.

La dosis diaria máxima de cafeína recomendada es de 300 mg, aproximadamente 3 tasas, cantidad hasta la que se considera beneficiosa para la salud cardiovascular. Si tomamos más que eso, corremos el riesgo de alterar el sistema cardiovascular debido al cansancio extremo. Además, poco a poco se genera la adicción. La cafeína es la competencia molecular de la adenosina y su acción sistemática sobre las células estimula el aumento de los receptores de adenosina, gracias a lo cual el cansancio surge más fácilmente, con lo cual uno necesita aumentar la dosis de cafeína. A la vez, si el consumo se corta bruscamente, sentiremos somnolencia, dolor de cabeza y apatía. Así que, aún siendo una sustancia aparentemente inofensiva, la cafeína actúa como una droga ligera.

¿Vamos por un cafe?


Fotos: http://pixabay.com/es/

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