La 8va. y última temporada de Games of Thrones es ya casi un hecho. ¿Cómo seguirá nuestra vida después de haber sido testigos en vivo y en directo de una de las mayores obras maestras de la televisión?
Por Analhi Aguirre
Miles, que digo miles, millones de fans en todo el mundo están esperando que este domingo 14 de abril a las 22:00 suene con bombos y platillos:
TANTANTARARANTÁN TARATÁÁÁÁN…
Sí, es uno de los estrenos más deseados del año (en competencia a muerte con Avengers: Endgame). La 8va. y última temporada de Games of Thrones es ya casi un hecho. ¿Cómo seguirá nuestra vida después de haber sido testigos en vivo y en directo de una de las obras de arte mayores de la televisión? Nadie conoce la respuesta.
El punto es que la serie es famosa por MÚLTIPLES (así, con mayúsculas) razones: la trama, los personajes, la infinidad de situaciones que ocurre, la producción, la dirección, el sonido, la edición…, pero, sobre todo GOT es gloriosa por sus EXCESOS (también, con mayúsculas). Todo es mucho, muchísimo…pero, paradójicamente, no demasiado. ¿O acaso no están de acuerdo?
Una de las vastedades más vastas (valga la redundancia) es la comida, por supuesto; imposible que no sea así en una emisión de estas características.
Si, de casualidad, pertenecen a ese grupo de gente que todavía no ha visto las siete temporadas anteriores, se viene un spoiler de la temporada 4 (y uno de los más picantitos). Si, en cambio, se encuentran entre la tribu fanática que se ha puesto a ver todaaa la saga de nuevo “para recordarla” (en lugar de aceptar que en realidad desde que empezó GOT se morían por hacerlo), entonces, pueden leer lo que sigue sin problemas.
Ustedes saben que hubo episodios únicos, inolvidables, rimbombantes, perfectos. ¿O no? Uno de ellos, para mí, y seguro que piensan lo mismo, es la tremendísima muerte del rey Joffrey Baratheon, el hijo de Cersei y James Lannister (obviamente, ambos frutos de la misma madre y padre). La cuestión es que el niñito, heredero directo del Trono de Hierro (ya que supuestamente es el hijo de Robert Baratheon), es malísimo: sádico, déspota, caprichoso, insoportable. Tanto, que el personaje encarnado por Jack Gleeson, ha sido condecorado como uno de los más odiados de la TV.
Todo sucede durante su descomunal boda con la ambiciosa e inescrupulosa Margaery Tyrell, la personalísima Natalie Dormer. En el episodio 2, temporada 4, después de que ya parecía que habíamos tenido “demasiado” en la rojísima “Boda púrpura”, llega el envenenamiento en pleno banquete matrimonial. Pero esa parte, pueden verla otra vez (o seguramente ya lo han hecho).
Concentrémonos ahora en el pastel con la corona que aparece en plena pantalla. No es nada más y nada menos que un Pay de Palomas… vivas. Bueno, no se olviden que esto es parte de los menús de los Westeros, ubicado en el lejano oeste del mundo conocido de GOT. Como se imaginarán, sí existe la receta para prepararlo. Así que, en caso de que se les ocurra tener una boda a lo Joffrey, acá tienen la receta del pay. Claro, tengan mucho, pero mucho cuidado, con lo que les den de beber.