Flashdance (1983) es una de esas películas que siempre recordamos. Y no es porque sea una obra de arte ni mucho menos. La cuestión es que lo inolvidable es la chica del film con sus “atrevidas” y picantes actitudes, incluso en los restaurantes lujosos del este de Pittsburgh.
Por Analhi Aguirre
Desde el punto de vista cinematográfico, esta historia responde a todos los clichés habidos y por haber para hacer un éxito de taquilla. Sin embargo, hay un ingrediente que excede todo esto y que no es para nada un lugar común en aquellos tempranos ochentas: una joven de 18 años baila de noche y es soldadora de día, no le importa trabajar en una fábrica de acero, enamorarse de su jefe y vestirse de manera ambigua. Casi al final de la cinta, ella y su novio van a una cena romántica a un sitio donde poca gente puede ir, debido al elevado costo del menú. Allí: Alex disfruta de una langosta frente a su enamorado, le dice que es “horrible”, mientras lo deduce desfachatadamente. Aunque hoy esto suene bien normal, en esa época, las mujeres recién estaban saliendo de sus ganas de mostrarse sensuales, sexuales y comestibles. PD: Por supuesto, la banda de sonido es una de las mejores de la historia del cine pop y más allá.
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¡La BSO es brutal! 🙂