Fotos y texto por Luis Daniel Bennetts
Pinturas de harina, guillotinas, colores y sabores que incitan…una visita guiada por la XVI Bienal de Pintura Rufino Tamayo para alimentar el alma con arte contemporáneo. Y de paso, alimentar el cuerpo con buena comida y buen vino.
La pintura es una de las expresiones artísticas más antiguas, razón por la cual se ha limitado en ocasiones por la sociedad, e incluso por las academias y los mismos artistas, a utilizar las herramientas clásicas para lograr una obra digna de verse. Sin embargo, en la XVI Bienal de Pintura Rufino Tamayo, nos abren el panorama.
Pinturas hechas sobre scanners, guillotinas y libros; llenas de contraste, color y pigmento de distintos tipos, pintura inflable e incluso, harina. Obras de arte de todos tamaños, formas y texturas, digitalizadas e impresas en acrílico; a manera de collage o sobre lienzos fuera de lo común. En fin, una exposición abierta a todos los formatos y estilos.
La Bienal de pintura Rufino Tamayo se expondrá hasta el 19 de octubre, en el Museo Tamayo. Mientras tanto, un jurado será el encargado de otorgar a los 3 ganadores, el honor de exponer sus obras en el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca, y formar parte del acervo del mismo.
Y para cerrar con broche de oro, el chef ejecutivo Alfredo Hernández, del Restaurante Tamayo, preparó una cena con la colaboración de FEVINO y las Bodegas Norte 32 y Monte Xanic, ambas del Valle de Guadalupe.
Una cena maridaje que entre copas de vino blanco, rosado y tinto, se disfrutó con platillos de sabores tanto mexicanos como franceses y españoles, fuertes influencias del Chef Poncho. Un maridaje más allá de la comida y el vino, que hizo armonía con el ambiente artístico de la noche.