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¿Aprendemos a catar vinos?

Con una copa de vino junto al ordenador en mi escritorio, como no podía ser de otra forma, y con música de fondo de Julieta Venegas, comienzo a contarte cuáles son los aspectos básicos de una cata…

Por María Alejandra Bidaseca

Todos los amantes del vino pueden divertirse con una degustación. Si estás sol@, acompañad@ o con amigos puedes disfrutar de la experiencia de una cata o degustación.

¿Que necesitamos para empezar una cata de vinos?

Elegir uno o más vinos, tener en la mesa un sacacorchos, las copas, servilletas blancas, una hielera y ganas de divertirte y sorprenderte…

Las etapas de una cata de vinos son 4 y se relacionan estrechamente con nuestros sentidos, en el siguiente orden:

1. Oído

¡No hay como escuchar el descorche de un buen champagne!
Aunque en el protocolo de servicio del vino se recomienda no hacer ruido al descorchar, no podemos evitar disfrutar de ese gran momento, o del “chin chin” de las copas cuando chocan, sinónimo de celebración.

2. Vista

El color nos ayuda a darnos cuenta de la edad del vino, porque ¡también los vinos cumplen años!
Para observar el color, comienza por inclinar la copa en un ángulo de aproximadamente 45º, con una servilleta blanca por detrás y, en lo posible, en un lugar bien iluminado .
A medida que la inclinamos podemos notar las famosas ”lágrimas” o “piernas del vino”. Al observar cómo se deslizan se puede ver si descienden lentamente, lo cual nos indica que estamos frente a un vino con cuerpo y de una mayor graduación alcohólica.
Observaremos el color, que es la forma de saber si se trata de un vino joven o añejo. El vino blanco profundiza su color a medida que envejece mientras que el vino tinto pierde su color rubí o cereza, convirtiéndose en color teja o anaranjado.
También podemos observar la claridad del vino: cuando es brillante se trata de un vino joven y si es turbio es probable que presente algún defecto .

3. Aroma

Empezamos a mover la copa, siempre tomándola del tallo, para evitar elevar la temperatura del vino con el calor de nuestras manos.
Damos un pequeño giro o remolino suave en el sentido inverso a las agujas del reloj, que permitirá que el vino entre en contacto con el oxígeno y desprenda más aromas. Aquí es donde cerramos los ojos, para concentrar nuestra atención en el olfato y en los aromas que podemos percibir.

Los aromas del vino se clasifican en tres categorías:

Primarios: Provienen de la cepa y los suelos, pueden aportar notas florales, frutales, herbáceas, a especias y minerales, entre otras.
Secundarios: proceden de la fase de fermentación del vino, en la que aparecen las notas a levadura, miga de pan y yogur .
Terciarios: aparecen durante la fase de envejecimiento del vino, ya sea en depósitos, en barricas de madera o en las propias botellas. En esta fase los aromas se van modificando y aquí es cuando hablamos del bouquet del vino. Por ejemplo, si los vinos envejecen en barricas, aparecen aromas a madera, vainilla y tostados.

En una próxima nota entraremos más en detalles para saber porqué se detectan todos esos aromas en nuestras copas.

4. Gusto

Llegó el momento más esperado: el de probar el vino.

Hay 3 etapas importantes: El ataque, es decir: cómo entra el vino a la boca. La evolución, a medida que hace el recorrido por la boca y el final de boca, que sería la última sensación que deja (Allí entra el quinto sentido, que es el tacto).

Es recomendable que probemos el vino de un pequeño sorbo y que recorra la boca para percibir qué sensaciones produce; pasarlo de un lado al otro buscando apreciar los sabores básicos: dulce (en la punta de la lengua), ácido y salado (a los costados de la lengua), amargo (al fondo de la lengua) y el sabor UMAMI, sabroso en japonés (en el centro de la lengua).

Por último, determinamos la textura, que es definida con adjetivos como seda o terciopelo, entre otros. Notaremos la suavidad o astringencia en boca que nos dejan los taninos, los cuales provienen de las pepitas y pieles de las uvas.
Finalmente, destacaremos qué final nos ha dejado el vino; puede ser tánico, ácido o de final corto.

Un vino redondo o equilibrado es aquel que logra el equilibro perfecto entre todas sus cualidades.

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El vino tiene vida, y va evolucionando en la copa, por lo que te recomiendo que repitas nuevamente la experiencia. Percibirás diferencias a medida que pasa un tiempo en la copa.

El vino es protagonista de experiencias, por medio de la cata o degustación realizas un recorrido por todos tus sentidos y es probable que si se toma el tiempo para apreciarlo, te abrirá un mundo nuevo de sensaciones.


Fotos: Pixabay

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