The Smashing Pumpkins nos da un verdadero batido con “1979” de su tercer y genial disco del rock alternativo de los años 90: Mellon Collie and the Infinite Sadness. Y nos hace regresar a los insoportables y a la vez irresistibles “Food Store”, junto a una canción por demás perfecta.
Por Analhi Aguirre
Cuestión es que esta banda, con ese nombre tan ilustrativo y síntoma de un destrozo inevitable, muestra el otro lado de la luna noventera: una música llena de tristeza, nostalgia y rupturas. Un grupo de adolescentes –que quienes transcurrimos esta época seguro quisimos ser- se dirige en un auto bien vintage a una fiesta típica de cualquier suburbio estadounidense. Dentro de la casa elegida para el evento, se ven cientos de vasitos con bebidas que se observan tan inocentes como las acciones de este grupo de pubertos aburridos y con voluntad para desbaratar todo.
Precisamente, eso sucede hacia el final de la historia, que seguimos con la impecable dirección de Jonathan Dayton y Valerie Faris y su novedosa elección de la cámara en el pecho del protagonista. La canción la vivimos por completo. Los jovencitos entran en un supermercadito abierto 24 horas y aturden el establecimiento, sin importarles nada. La diversión parece contenida en la unión y la complicidad de un momento en el tiempo que se quedó en el medio de la historia musical… Son imperdibles: los cameos de la banda y los panes dulces que dan ganas de robarse de la tiendita.