Hace poco se publicó en este blog un texto acerca del café turco y las costumbres asociadas a esta bebida. En esta ocasión toca hablar del té, cuyos aromas y sabor fuerte, pero refrescante, son el matiz perfecto para la sensual gastronomía de este país musulmán.
Por Fernanda de la Torre
A pesar de que existe una enorme tradición alrededor del café, la bebida nacional de Turquía es en realidad el té, también conocido como çay (chai). Éste llegó al mundo árabe desde el lejano Oriente, donde existen distintas variedades dependiendo el grado de secado y fermentación de las hojas; sin embargo, en Turquía se consume únicamente negro.
Al igual que el café, el té turco es de sabor intenso y mucho cuerpo y su preparación es bastante más compleja que la de una infusión cualquiera. Para empezar, se utiliza una tetera doble (es decir, una sobre otra) llamada çaydanlik. En la parte inferior se pone agua a hervir, la cual un vez en ebullición, se agrega a las hojas de té que están dentro de la tetera superior y se vuelve a llenar la parte de abajo con agua fría. Se coloca sobre el fuego una vez más hasta que hierva y de este modo se obtiene una infusión fuerte, lista para servirse en pequeñas copas de cristal que se toman por la parte superior para evitar quemarse los dedos. Finalmente el agua de la tetera inferior se utiliza para regular la intensidad del té, a gusto personal, una vez servido. Hay quienes acostumbran endulzar el suyo con un poco de azúcar, sin embargo, agregar leche a éste es considerado casi un sacrilegio.
El té en este país es el símbolo de hospitalidad por excelencia. Se bebe en cualquier momento del día y se sirve, tanto en los hogares como en los restaurantes, antes y después de la comida. Igualmente es común que se ofrezca una taza de té en lugares públicos o de reunión sin ningún cargo, simplemente como un gesto de cortesía. Es importante mencionar que las hojas utilizadas para producir esta infusión se obtienen de la costa este del mar Negro; no son importadas de Oriente, como se podría llegar a pensar. Tal vez esto influye en el sentimiento de identidad cultural tan fuerte que produce el té para los turcos, a diferencia del café, que no se produce dentro del territorio.
