Por Antonieta Torres
1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8… ¡maaaango! ¡Huh!
La referencia a la canción es inevitable; el mango, como el mambo, es una ricura. Originario de la India y el norte de Burma, el mango llega a América en el S. XVI, primero a Brasil (donde adopta el nombre en lengua Tamil man-gay), luego a México, en el S. XVIII, a bordo de los barcos españoles. Los tipos de mango que sobreviven hasta hoy arribaron en el S. XIX, son las variedades de Filipinas (o sea, mango Manila) y de Florida (mango petacón), adaptándose muy bien al clima y la tierra de Michoacán, Jalisco, Colima Guerrero, Nayarit, Chiapas (ataulfo), Sinaloa y Oaxaca.
Es un fruto tan sabroso como nutritivo: antioxidante, anticancerígeno, vitamínico (A y B), alto en fibra, hierro y potasio. Es utilizado para hacer jugos o néctares, conservas, dulces, deshidratados y congelados. Aquí les compartimos algunas ideas para variar:
- Montaditos de mango con queso. Toma una rebanada de pan tostado por la mañana. En lugar de ponerle mermelada, ponle una rebanada de mango y agrega queso fresco o queso crema para lograr un sabor de contraste.
- Ceviche con mango. Prepara un ceviche de pescado (o mariscos) y agrega cubitos de mango. Déjalo reposar y verás que nadie se resiste a probarlo.
- Mousse de mango con frutas. Vas a necesitar mango, crema, grenetina y azúcar. Prepárala un día antes y sírvela fresca por la mañana, acompañada con otras frutas. Un postre para ser feliz.
- Crepas de mango. Corta el mango en cuadros pequeños. En una sartén saltéalos en mantequilla con un poco de azúcar (y un chorrito de leche de coco). Úsalos como relleno para unas crepas. Así de sencillo y espectacular.