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Mi pobre angelito

“Mi pobre angelito” y las famosas secuencias de pizzas

Si quieres sonreír un rato, con “Mi pobre angelito” tendrás una excelente oportunidad. Puedes acompañarla comiendo tu pizza preferida.

Por Analhi Aguirre}

Érase una vez cuando existían las películas que reunían un combo casi imposible de lograr. Se trataba de comedias al estilo pastelazo, con una inteligencia sin igual que como cualquier clásico continúa en tu cartelera privada. Así, año tras año las ves una y otra vez.

¿Cuántas veces has pasado por la tele y justo aparece en la pantalla la irresistible “Home Alone” (“Mi pobre angelito” en Latinoamérica” -1990)? Resulta que el fenómeno de este tipo de cine se encuentra absolutamente alejado de la situación de audiencia que compartimos hoy.

¿A poco los clásicos no se miran sólo por TV? Es muy raro que nos pongamos a buscar estas cintas en streaming. Y ahí reside uno de los efectos mágicos y geniales de su enorme director Chris Columbus –quien hizo feliz a toda una generación ochentera escribiendo, por ejemplo, la inolvidable “Goonies” (1985) o años después dirigiendo “Harry Potter and the Philosopher’s Stone” (2001) – y su gran productor, John Hugues –guionista de esa historia “Breackfast Club” (1985) que tiene uno de los mejores finales de la historia del cine (si no me creen busquen “Don’t You -Forget About Me-”, la canción de cierre, y se convencerán).

De todos modos, casi nunca comedias como estas tienen espacio en los premios cinematográficos. Sin embargo, las elegimos y las volvemos a elegir, aún después de décadas de su estreno. Pues, no es en vano nuestra devoción. Hay algunos puntos claves, salvando las distancias de los contextos, que incluso están contenidos en el nombre de este film: el hogar, la casa, la familia. Y dentro de estos aspectos, por supuesto, debe aparecer la comida. Si le preguntáramos a alguien qué come Kevin McCallister, en “Home Alone”, diría sin dudarlo: ¡pizza! Porque es recordable, porque toda la película nos hace sentir “como en casa”.

Y fíjense que el enlace de las fiestas decembrinas se une en la casa de los McCallister no con la formalidad o con la pompa de la cocina casera, sino con la comida rápida. La noche anterior a irse de vacaciones, la familia pide pizza. La secuencia es fundamental para entender la trama y para ponernos en la piel de un niño de 8 años.

Mi pobre angelito, Pizza
¡¡¡Pizzaaaa!!!

Bien, llega el chico de la pizzería “Little Nero’s Pizza” –imposible, llamarla “Little Caesars Pizza”- y la tribu comienza a tragar combinándola con Pepsi y ¡leche! El acontecimiento anuncia el desastre. Algo tiene que pasar. Entonces, Kevin entra buscando su preferida: pizza de queso. Su hermano se la ha comido toda y Kevin pierde los estribos. En una especie de cansancio lleno de comida chatarra -pero antojante- los niños se pelean y la familia entera culpa a Kevin. Es ahí cuando aparece el deseo navideño que seguramente en algún momento de nuestra vida hemos compartido: levantarnos y estar sin nadie en casa.

De ahí en más, la pizza tiene otro protagónico en la famosa escena de la entrega de la pizza, cuando Kevin debe defenderse y defender la casa. Pero, preferimos dejarte esa secuencia para estos días, cuando seguro pasarás enfrente de la tele -retro y apta para clásicos-, te sentarás junto a quienes más quieres, verás “Home Alone” por millonésima vez y pedirás una pizza, sabiendo, de antemano, que tu familia mañana estará contigo y que el desastre inteligente, ameno, tierno y tan desopilante, sucederá sólo en la cinta. Aunque, sinceramente, ¿quién no ha sentido que su familia, a veces, es idéntica a la de “Home Alone”? ¿O porqué piensas que nada menos que Google recrea las mejores escenas de la película en su último comercial navideño?



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