Los chiles en nogada son ícono de la gastronomía mexicana. Su sabor resulta de la unión de ingredientes autóctonos y extranjeros; el chile poblano, bien mexicano y bien verde, se rellena de un picadillo de carne dulzón y afrutado, que tras ser bañado con una nogada que no podría existir sin la españolísima nuez de Castilla, se adorna con granada y un poco de perejil para dar como resultado un platillo que expresa el mestizaje que sostiene la cultura de todo un país y que, además, adorna la mesa con los colores de nuestra bandera. Los puristas dicen que el chile debe ir capeado, pero en realidad no hay una receta absoluta que lo indique, así como tampoco existe un documento que compruebe el mito de su creación.
La leyenda cuenta que el chile en nogada fue servido por primera vez a Agustín de Iturbide, primer emperador de México, durante un banquete en su honor. Sin embargo, no existe documento alguno que fundamente esta historia. Lo que sí es un hecho es que todos los mexicanos esperamos ansiosos esa época del año en que el campo nos dota de nueces, chiles verdes y granadas para disfrutar de un platillo que nos hace sentir bien mexicanos, sin importar que Iturbide los haya comido o no.